La escandalosa corrupción a que alude el autor y de la cual fuimos todos azorados testigos, renace en nuestra memoria con caracteres indelebles que ni el paso del tiempo podrá borrar. La estafa, las mentiras y el dolo permanente que asoma en las líneas aludidas, alcanza rasgos históricos por la desmesura que significa el asalto nunca visto a un país por sus propios gobernantes.
Si bien la ideología comunista del chavismo y el relato populista tienen una fuerza y una perseverancia notable, podemos percibir que se va diluyendo ante la pintura de un cuadro realista que tiene que hacerse carne en nuestro idiotizado pueblo, y que ya toma cuerpo en un ambiente ciudadano que vislumbra el color olvidado de nuestra bandera y el sagrado grito argentino de Libertad, Libertad, Libertad.
Invitamos al periodismo libre, temeroso y perseguido, a unirse a esta revolución que ha iniciado felizmente su camino a la plena democracia, con la difusión de conceptos tan claros que nunca debieron omitirse ni suavizarse al amparo de la falaz política correcta.
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