Veo la foto de mi biznieta en el seno materno, a cinco meses
de su nacimiento, ya formadita, con su manito izquierda sobre la frente, y me
estremece pensar en el crimen del aborto libre y gratuito que ofrece nuestro
gobierno como una ley en vistas de aprobación. No exagero en decir que se me
revuelve la sangre sabiendo que con el recuento de votos se decide el futuro de
un niño por nacer, y que según las consultoras, la mitad de la población lo
aprueba, incluso con festejos.
Es posible que a mis 97 años no haya podido comprender el
avance del progresismo que enceguece e idiotiza a la gente, pero me he sabido
adaptar a la marcha y bondades que el mismo
posee y una de mis aficiones,
debido a lo que fue mi trabajo profesional, es estudiar el prodigioso adelanto de la técnica
de los aviones y su influencia en la importancia de la comunicación humana, el
comercio, el transporte en general e irónicamente, por el contexto de mi
comentario, la guerra, algo tan inhumano como el aborto. El materialismo sepulta al humanismo.