El 6 de febrero escribimos un artículo bajo el título “Cuando el Periodismo Calla", con críticas bien fundadas a la autocensura del periodismo escrito. Decíamos de la falencia en publicar noticias y comentarios que podrían molestar al Gobierno, en especial las dedicadas al narcotráfico, a los saqueos de la Anses, sobre la cual pedíamos la intervención, y al ataque indiscriminado a los productores del campo. Destacábamos las censuras a cartas de lectores que expresaban su preocupación analizando los temas enunciados. Sobre este particular, son muchas las quejas que leemos en los correos electrónicos.
El día de ayer envié una carta acerca de la llegada en secreto de la Presidente de su viaje oficial a la China, en los siguientes términos:
"Señor Director:
No he leído en ningún medio ni visto en pantalla el regreso de la Presidente de su viaje a China que se produjo el sábado7 por la mañana. Pareciera una llegada clandestina pues se cortó toda información.
Resulta evidente que fue una orden de la Presidente que maneja todo en forma personal y caprichosa, obedecida ciegamente por tirios y troyanos. Así como se conoció el tweet de mal gusto por ella emitido, la ciudadanía tenía el derecho de ser informada sobre los movimientos de la primera mandataria y su nutrida comitiva.
No se repara en que debió ser recibida con todos los honores a su investidura, que el protocolo, las buenas costumbres , la diplomacia y la tradición fueron dejadas de lado ofendiendo a la opinión pública, a los funcionarios de su gobierno y a las representaciones extranjeras, en especial a la embajada china que, obligadamente habría tenido que esperar su arribo
¿Qué motivo habrá tenido para un desprecio semejante? Saludo a Ud. atentamente,"
Sin sorprenderme , me encuentro con la edición de hoy en que no fue publicada mi razonable inquietud, ni noticia alguna de los detalles del arribo de la Presidente, pero asoma a mis ojos una información de mayor importancia con grandes titulares, que se prestan a doble interpretación, y dos fotos, que reza:
"Thelma, la perra de Susana Giménez, cambió de uñas postizas
A la diva de los teléfonos le encanta ponerle accesorios a su mascota."
Si bien considero que esta revelación periodística puede satisfacer las ansias de los adictos cinéfilos, teatrales y televidentes, lo cual desde ya respeto, no me es posible entender la preeminencia que el periódico le otorga sobre hechos y actos del quehacer nacional que son completamente ignorados a pesar de que su información es imperativa.
En varias oportunidades he señalado que opiniones vertidas en mis cartas al diario La Nación que no se publicaron, aparecieron más tarde en editoriales con una llamativa similitud de redacción.
El 26 de noviembre escribí en mi espacio en Facebook y en mi Blogspot mi opinión bajo el título "Poder Ejecutivo vs Poder Judicial." El 29 de noviembre leo en La Nación el editorial "El "golpismo" de quienes temen a la justicia"
Me halaga comprobar las coincidencias con tan importante periódico.
Hace casi un año que escribo a cartas de lectores de La Nación sobre la destrucción del monumento al Gran Almirante, solicitando acciones urgentes para evitar su remoción y traslado, dispuesto injusta y autoritariamente por el mero capricho de la Presidente, y no conseguí su interés y publicación.
El dia 11 de noviembre del 2014 el editorial pareciera hacerse eco de la correspondencia desechada, pues sus argumentos son el compendio de la misma.
Conozco y acepto las condiciones impuestas por La Nación para la publicación de las cartas de lectores, la extensión de las mismas, el respetuoso lenguaje y su correcta redacción. Y el derecho de la editorial a suprimir párrafos o efectuar correcciones que no afecten el significado de las mismas. Lo que no conozco es el procedimiento de selección, es decir el filtro del editorialista para la censura. Pero lo supongo, se trata del temor a incitar la ira del gobierno por opiniones contrarias a su credo, a su relato, que redundaría en actos vengativos como el recorte o supresión de publicidad paga.
La gente se seguirá preguntando cuándo llegó la Presidente, quiénes la recibieron, por qué se ocultó, , cuántas escalas hizo el avión, cuál fue el motivo del misterioso arribo, dónde estaban los medios y la televisión oficial e independiente. Todo ello sin respuesta, con la obediencia debida de un sumiso periodismo cauteloso y temeroso, por no calificarlo de cómplice o cobarde.