Las
sensaciones más extrañas se apoderan de los inquilinos del hotel cristinista,
próximos a desalojarlo. Un ejemplo de esta peste contagiosa lo brinda la
diputada Juliana Di Tullio, jefa del bloque kirchnerista al emitir
declaraciones inquietantes, ya que
suponen una sorprendente tergiversación de los dichos y hechos del oficialismo.
En primer
lugar , salen de su boca estas insólitas palabras:
“Vienen con
una actitud de “vamos por todo”. ¡Caramba,
cómo quedaron grabadas a fuego las lecciones del relato! Luego, se coloca la
prenda al revés cuando acusa al mandatario de no”ir en buenos términos a la
reunión con la Presidente para negociar una salida tranquila y elegante para
los argentinos” Un absurdo que mueve a
risa.
Su tercera intervención fue una escenificación
del dicho “dijo la sartén a la olla, no te acerques que me tiznas”, pues tan
luego ella que durante todo el año legislativo tuvo la desvergüenza, junto a
sus colegas,de asistir a sólo ocho o diez reuniones, expresó, muy suelta de cuerpo:
“Me llama la atención mucho que alguien diga que se tiene que paralizar el
Congreso" Me cuesta entenderlo. Hay un mandato constitucional hasta el 10
de diciembre”.
Lo
paralizaron todo el año y lo abrían sólo bajo las órdenes de Cristina y ahora
muestra asombro y no entiende que “alguien” quiera detener sus importantes
funciones constitucionales.
Con las
designaciones ministeriales del presidente electo se comprueba que todavía existen funcionarios “gente” en
nuestro país para darle idoneidad y prestancia al Poder Ejecutivo. Esperamos,
con nuestros futuros votos, ir limpiando el jardín zoológico en que se ha
convertido el Poder Legislativo. Será difícil desprender esas alimañas ya
enquistas en butacas que nunca ocupan, y cuando raramente lo hacen, es para
levantar regimentariamente brazos aprobatorios y aplausos humillantes.
En cuanto al
Poder Judicial, bastaría con barrer a escobazos a los magistrados militantes
del nuevo partido Justicia Legítima. Un muy importante papel debería asumir la
Suprema Corte de Justicia con la designación de prestigiosos juristas, probos,
imparciales y sin ninguna identificación política, para ocupar sus cargos
vacantes. Lamentablemente quien ejerce hoy su presidencia, carece de los dones
de imparcialidad y sabiduría jurídica
requeridos para el ejercicio de tan importante gestión.
El
presidente electo tiene las condiciones necesarias para llenar ese cometido, en
la conformación de un supremo tribunal histórico.
¿Lograremos
revivir el brillo cultural, político y económico que supo ostentar nuestra
república? Tenemos las armas para cumplir tan ambiciosa meta.