La historia
se repite, aunque hay muchos críticos con respecto a esta
frase polémica. Nada más cierto que en esta ocasión, donde lo comprobamos con
disgusto. Macri tiene su “relato” como Cristina, en la perversa Ley de
Reparación Histórica. La semejanza es notable, pues contiene los mismos
ingredientes de mentiras, engaños, promesas y repetición constante que
finalmente termina por ser creída por propios y extraños y hasta por sus mismos
redactores. Tiene una preparación más rebuscada, cierta elegancia en su
redacción, aunque realmente incomprensible, que la coloca en un rango muy
superior y con un título que se acomoda a la cacareada doctrina de “revisión
histórica” de su corrupta antecesora.
La finalidad
coincidía con la necesidad de hacer justicia a los jubilados, especialmente a
los mayores de edad que vivían apaleados
por Massa, Boudou y Bossio y últimamente por Basavilbaso con cientos de
obstrucciones, apelaciones y malos tratos adornados con insultos que tuvieron
su origen histórico con la señora que ocupaba el cargo de Presidente, que supo
lanzarles con voz destemplada el alarido de “caranchos y buitres.”
En una
palabra, se los estafaba y no se le pagaban las sentencias, ni aún las dictadas
por la Corte Suprema de Justicia.
La solución
consistía simplemente, conforme a las leyes que rigen una república
democrática, ordenar el cumplimiento del pago de las sentencias como en
cualquier país civilizado del mundo.
Aquí
comienza la saga de ANSES, ya que el nuevo gobierno le dedica un tratamiento
especial, dado su carácter de organismo
pudiente que maneja la mayor caja del país, y comienza por otorgarle la
excepcional ventaja, reñida con la función pública, de omitir imprudentes
investigaciones y auditorías sobre las anteriores administraciones, que habían
desvirtuado su finalidad y usaban de ella como cosa propia según las órdenes de
saqueo de la señora.
El
procedimiento se hizo extensivo al tratamiento que recibían los prisioneros,
maquinando a la perfección un sistema bien aceitado de características kafkianas
que dio por resultado la ley del relato histórico macrista.
Resulta
inconcebible que, en lugar de una ley de un artículo, como decíamos
anteriormente, se haya promulgado una ley, la 27260, el 29 de junio de 2016, de
97 artículos y otros tantos incisos, un fárrago de disposiciones confusas y con
varias interpretaciones jurídicas al servicio de sabios leguleyos.
Nadie mejor
que Kafka hubiera fijado los procedimientos que justamente para gente de mayor
edad, en condiciones de reducida movilidad y menor entendimiento, les
significara un martirio agregado a sus problemas de trámites previsionales,
pues ellos son: Una vez aceptada la
propuesta en forma electrónica. el jubilado y su abogado firmarán un acuerdo
con sus huellas digitales en forma terminal de datos biométricos, algo que
puede hacerse en una sede de ANSES o en alguna sucursal bancaria que cuente con
ese recurso. Ese acuerdo es remitido al organismo previsional y es firmado por
el director ejecutivo y por un abogado. Y luego, el documento es remitido al
Poder Judicial, ya que un juez debe homologar el pacto para que quede
formalizado. Al dar su acuerdo, el jubilado renuncia a su juicio por los
conceptos involucrados (si es que había iniciado una demanda) o bien se
compromete a no reclamar por vía judicial (si es que no lo había hecho). Lo
inadmisible del compromiso es que constitucionalmente nadie puede renunciar a
su derecho previsional, pero nadie habrá caído en la cuenta de este menor detalle.
No es
necesaria mucha imaginación para ponerse en los zapatos de un viejo jubilado
que esperaba pacientemente la orden del nuevo mandatario para que se cumpla con
el pago que ANSES le niega, y se encuentra ahora bailando por todos los
pasillos de las oficinas públicas sin el mínimo conocimiento de lo que sucede a
su alrededor, mientras su expediente debe estar dando vueltas como en un
lavarropa para conocer el sorteo digital de su caso que ahora sólo depende del
relato de Macri.
Fíjense que la enunciación de la ley por parte
de ANSES era esta fiel transcripción:
“La Ley de
Reparación Histórica para Jubilados y Pensionados, sancionada el 29 de junio de
2016 por el Congreso de la Nación, consiste en una propuesta de aceptación
voluntaria que reconoce el derecho de los jubilados y pensionados que se encuentran
en proceso judicial contra la ANSES, a actualizar sus haberes en función de
fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de las Cámaras de la
Seguridad Social y de las Cámaras Federales, mediante la firma de un acuerdo”.
Nada dice de
los litigantes que tienen sentencia firme, y con respecto a los demás les
propone un acuerdo que a nuestro entender sería un arreglo extrajudicial con la
conformidad de ambas partes, pero resultó constituir una extorsión con una
clara advertencia, “si usted acepa el 50% de descuento sobre la reactroactividad,
le pagamos el otro 50%, pero en cuotas
trimestrales.”
Queremos
destacar la actitud del Juez de la Seguridad Social, Juan Fantini que al
homologar un acuerdo en el marco de la Reparación Histórica dejó en claro que la
función de los magistrados “no debería limitarse a un simple click”. Además
denunció que con el expediente digital se agravó el colapso previsional.
También agregó que el Código Civil y Comercial de la Nación “no requiriría de
la homologación judicial, ya que los artículos 1641 y 162 del mencionado texto
legal establecen que la transacción es un contrato por el cual las partes, para
evitar el litigio, o para ponerle fin, haciéndose concesiones recíprocas,
extinguen obligaciones dudosas o litigiosas o que la misma produce el efecto de
la cosa juzgada “sin necesidad de homologación judicial”
En este
punto el juez se preguntó “por qué debería ser prioridad una causa digital, en
la que interviene una persona que hasta aquí nunca accionó por sus derechos, en
relación a quienes llevan años litigando y en muchos casos hasta aquí no
cuentan con sus haberes reajustados”
Esa es la
preguntas que se hacen más de un centenar de jubilados mayores de 90 años con
sentencia de la Corte a su favor.
El hecho de
que un juez previsional se haga públicamente esta pregunta es una ironía inaceptable,
suena casi como una burla.
Estamos,
pues, ante el “relato” del presidente Mauricio Macri, la Ley de Reparación
Histórica.