Viene a mi mente y renace el recuerdo de mis primeros años escolares con la señorita maestra, que nos enseñó no sólo que dos y dos son cuatro, sino el respeto, las buenas costumbres, la decencia, la pulcritud, el orden, la honradez, a más de las clases de instrucción cívica, y la moral, como futuros ciudadanos de un país hermoso que se elevaba en el mundo por sus reconocidas virtudes.
Con nuestros guardapolvos blancos sentíamos olor a limpieza de cuerpo y de mente. Mi primera maestra a los seis años de edad, la tengo presente, la señorita Basualdo. Los años ya pasaron y a mi avanzada edad contemplo tristemente la degradación de la educación, el pragmatismo de muchos educandos, el adoctrinamiento de los niños y el terrible abandono del gobierno.
Tres mujeres son la excepción en esta época del relato igualitarismo causante de esta tragedia, a quienes rindo mis respetos y reconocimiento, Soledad, Laura y Malú, con un acento especial a la primera, que es víctima de ataques maliciosos, ante el silencio de un gobierno inculto. incompetente e incapacitado que cerró los colegios por más de siete meses.
Ruego homenajearlas leyendo los siguientes cortos artículos:
https://silviopedropizarro.
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