Señor Director:
Al leer el admirable artículo de Gabriel Levinas, no pude menos que recordar la diez cartas que le remitiera durante al año, ninguna de ellas publicada, sobre este alienado suceso, una de las cuales escrita el 1º de marzo, decía:
Removieron por completo el monumento a Colón.
La Justicia no dio lugar a la ampliación de la medida cautelar pedida por los demandantes; hay trozos de la estatua tirados
No alcanzó con que la Justicia prohibiera su desmantelamiento , ni bastaron los intentos de las asociaciones italianas para protegerlo: finalmente, el Monumento a Cristóbal Colón fue removido por completo. Todas las partes que componían la obra creada por Arnaldo Zocchi, hace casi un siglo, se encuentran tiradas en el suelo de la plaza que está a espaldas de la Casa Rosada.
Se produjo finalmente un acto de barbarie que se venía condenando desde un principio por su significado.
Donado por la colectividad italiana por el centenario de nuestra independencia, fue un agravio injustificado que no merece calificativo.
Aparte de lo expresado, los pormenores de este hecho nos pone en evidencia que en el pais actual en que vivimos, puede más un intolerable capricho vengativo que todas las órdenes y mandatos judiciales, que todas las leyes existentes, emanadas de la Constitución, que todas las razonables protestas y pedidos de la ciudadanía y dela colectividad italiana. La sociedad está anestesiada, sin reacción ante este hecho y otros similares. Y qué decir del periodismo, silencioso ante esta iniquidad.
Le pido perdón a nuestros hermanos italianos por la destrucción de su honorable legado. Les ruego considerar que no fue nuestro pueblo el autor de esta barbarie.
No alcanzó con que la Justicia prohibiera su desmantelamiento , ni bastaron los intentos de las asociaciones italianas para protegerlo: finalmente, el Monumento a Cristóbal Colón
Se produjo finalmente un acto de barbarie que se venía condenando desde un principio por su significado.
Donado por la colectividad italiana por el centenario de nuestra independencia, fue un agravio injustificado que no merece calificativo.
Aparte de lo expresado, los pormenores de este hecho nos pone en evidencia que en el pais actual en que vivimos, puede más un intolerable capricho vengativo que todas las órdenes y mandatos judiciales, que todas las leyes existentes, emanadas de la Constitución, que todas las razonables protestas y pedidos de la ciudadanía y dela colectividad italiana. La sociedad está anestesiada, sin reacción ante este hecho y otros similares. Y qué decir del periodismo, silencioso ante esta iniquidad.
Le pido perdón a nuestros hermanos italianos por la destrucción de su honorable legado. Les ruego considerar que no fue nuestro pueblo el autor de esta barbarie.
Saludo a Ud. atentamente,
Silvio Pizarro