Señor Director:
Lo que establece el artículo 75 de la ley 26522 sancionada el 10 de octubre del 2009:
"Artículo 75. — Cadena nacional o provincial. El Poder Ejecutivo nacional y los poderes ejecutivos provinciales podrán, en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de radiodifusión nacional o provincial, según el caso, que será obligatoria para todos los licenciatarios."
Ya estamos habituados a la manifiesta inobservancia de las leyes por parte del gobierno nacional, pero hay una ley en especial, como la mencionada 26522 que la Presidente Cristina Fernández de Kirchner la ha pisoteado centenares de veces con un total descaro, para dirigirse a la ciudadanía con largos y extensos discursos sobre temas intrascendentes y con el sólo propósito de enaltecer su petulancia y autoritarismo en horarios inadecuados sometidos a sus caprichos.
Fue tal el exagerado uso de este medio que facilita la ley, que al solo anuncio de encadenar las emisoras, la gente apagaba sus televisores. Así cundió el gracioso apodo de "condena nacional"
En estos precisos momentos que surgen situaciones graves, excepcionales y de trascendencia institucional, como lo establece la ley, por la histórica decisión de la justicia de procesar al Vicepresidente en ejercicio de la Nación Argentina, se produce un injustificado y sospechoso silencio. El pueblo quiere saber de boca de su Presidente las gravísimas circunstancias que rodean el caso, de lo cual se ha enterado por los medios, por ella excomulgados reiteradamente. Cierra la comunicación porque ¿en verdad es una "condena nacional? ¿Por qué no se atreve afrontar la realidad ante la ciudadanía? Por su propia dignidad, que no tiene, por el respeto y amor a su pueblo, que no tiene, por las relaciones internacionales, ya que los gobernantes extranjeros se muestran conmocionados por su inexplicable silencio
¿Acaso está usando la cadena de Olivos y de Calafate para deshacerse de papeles comprometedores?
Ha perdido la oportunidad de hablar, como es su obligación. Y el que calla otorga, si entiende el verdadero sentido de este axioma. ¡Y ya el pueblo se ha percatado!
"Artículo 75. — Cadena nacional o provincial. El Poder Ejecutivo nacional y los poderes ejecutivos provinciales podrán, en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de radiodifusión nacional o provincial, según el caso, que será obligatoria para todos los licenciatarios."
Ya estamos habituados a la manifiesta inobservancia de las leyes por parte del gobierno nacional, pero hay una ley en especial, como la mencionada 26522 que la Presidente Cristina Fernández de Kirchner la ha pisoteado centenares de veces con un total descaro, para dirigirse a la ciudadanía con largos y extensos discursos sobre temas intrascendentes y con el sólo propósito de enaltecer su petulancia y autoritarismo en horarios inadecuados sometidos a sus caprichos.
Fue tal el exagerado uso de este medio que facilita la ley, que al solo anuncio de encadenar las emisoras, la gente apagaba sus televisores. Así cundió el gracioso apodo de "condena nacional"
En estos precisos momentos que surgen situaciones graves, excepcionales y de trascendencia institucional, como lo establece la ley, por la histórica decisión de la justicia de procesar al Vicepresidente en ejercicio de la Nación Argentina, se produce un injustificado y sospechoso silencio. El pueblo quiere saber de boca de su Presidente las gravísimas circunstancias que rodean el caso, de lo cual se ha enterado por los medios, por ella excomulgados reiteradamente. Cierra la comunicación porque ¿en verdad es una "condena nacional? ¿Por qué no se atreve afrontar la realidad ante la ciudadanía? Por su propia dignidad, que no tiene, por el respeto y amor a su pueblo, que no tiene, por las relaciones internacionales, ya que los gobernantes extranjeros se muestran conmocionados por su inexplicable silencio
¿Acaso está usando la cadena de Olivos y de Calafate para deshacerse de papeles comprometedores?
Ha perdido la oportunidad de hablar, como es su obligación. Y el que calla otorga, si entiende el verdadero sentido de este axioma. ¡Y ya el pueblo se ha percatado!
Lo saludo atentamente,
Silvio Pizarro